Por Lucía Andrea,
Diseñadora, empresaria de moda y antropóloga
Pasear por las calles de Recife, estado de Pernambuco, nordeste de Brasil, es una experiencia deliciosa. En medio a los canales y casonas antiguas holandesas y portuguesas, se yergue una infinidad de mercados y vendedores ambulantes rellenos de objetos que nos remiten inmediatamente a las épocas del cangaço.
Cangaço es el nombre de un fenómeno social ocurrido en el nordeste de Brasil a fines del siglo IX y inicio del siglo XX. Se refiere a grupos de justicieros que recorrían la región en búsqueda de venganza por la falta de empleo, alimento y ciudadanía. Eran temidos por su violencia y a la vez adorados por su valentía. Su mayor ícono es Lampião, el Coronel Virgulino. Las historias del cangaço tienen mucho protagonismo en la cultura brasileña, especialmente la nordestina.
Muchos años se pasaron y el nordeste ya vió muchas transformaciones, pero en el mercado São José, en el Centro de Recife, la esencia sertaneja (término que se refiere L sertão, región árida del nordeste de Brasil) aún está allí. Sean por las imágenes, por los objetos de paja o por los bordados, el cangaço – en el mejor sentido de la palabra – aún vive. Pero en mi opinión, es especialmente en los stands de zapatos y artículos de cuero donde mejor resiste.
Después de probarme algunas sandalias, me acabé enamorando por un par el color crudo, bien tradicional y hecho a mano. Después de pedir un poco de rebaja, ya salí calzando mis sandalitas en cuero de chivo, y lo mejor, por apenas 25 reales.
Decidí investigar un poco más sobre los calzados de cuero nordestinos, y es que me deparo (y me enamoro) con Espedito Seleiro, un señor de 74 años que transformó las sandalias de Lampião y Maria Bonita en accesorios de moda. Cuenta él que su padre, un costurero de sillas de montar, cierto dia recibió una encomienda de sandalias con suela cuadrada, que serían nada más nada menos que para el propio Coronel Virgulino.
Mediante el declino del consumo de las sillas de montar, Espedito necesitó innovar. Y como si fuera una profecía, recibió un pedido para reproducir un par de sandalias usadas por… Lampião! Y lo hizo, con maestría. De allí para adelante empezó a fabricar otros tipos de zapatos, y su gran innovación fueron los zapatos en cuero de colores.
El negocio fue creciendo, hasta que en 2006, Seleiro fue invitado para hacer los calzados que la marca Cavalera utilizó en el desfile de la São Paulo Fashion Week. No tardó para que diseñadores de novelas y películas empiecen a buscarlo, y el artesano se convirtió en referencia cuando se trata de retratar el cangaço.
Apesar de todo, el suceso no lo deslumbra. Espedito no quiere abandonar la manufactura, y mucho menos Nueva Olinda, su ciudad en el estado de Ceará. Y así explica, sabiamente: «Lo que me parece bueno en la vida es esto. Por eso tengo 74 años, pero solo tengo realmente 18. Porque solo hago lo que me gusta. Si puedo ganar 1000 reales los gano. Si no se puede, gano 100. Yo quiero estar de la manera como empecé. La vida solo es buena cuando uno se conforma con ella».
Fuente de investigación
– El País