Lucía Andrea Vinatea Barberena
Diseñadora, antropóloga y empresaria de moda
Es un hecho que nuestro mundo está cambiando. Estamos en el tercer milenio y las cosas definitivamente no funcionan más como antes. La era de la información exige que uno se actualice constantemente en todos los sectores. Tampoco podría ser diferente con la moda.
Ese consumidor pasivo, a quien se manipulaba y se le seducía, se ha quedado en el pasado. Ahora estamos delante de alguien capaz de cuestionar, inventar y transformar. Este “consumidor”, que algunos preferirían llamarlo usuario, es quien define el futuro de las marcas de moda en los días de hoy. ¿Pero, por fin, quién es este usuario? ¿Qué cosas le son realmente importantes en el momento de escoger un producto o un servicio?

El planeta en cuestión
Que nuestro planeta necesita más cuidado eso no es ninguna novedad. Pero debemos tener en cuenta que el usuario tiene acceso a todo tipo de material pro-ambiente y que difícilmente lo podremos contentar com algo de calidad dudosa. Qué bueno, ¿verdad?
Eso significa que la población se está volviendo más crítica sobre las cuestiones ambientales, y que las iniciativas de impacto ambiental positivo tienen cada día más espacio en el mercado. Las marcas de moda no se pueden quedar atrás: estas deben, obligatoriamente, seguir esta importante corriente, no apenas por cuestiones éticas, ¡antes sí por un tema de sobrevivencia!

La era del selfie
El antropólogo inglés Daniel Miller nos explica que el consumo no es necesariamente individualista; al contrario, este se refiere a un fenómeno mucho más colectivo de lo que nos imaginamos. Un ejemplo son las amas de casa, uno de los grupos que más consume, pero ¿quien dice que las cosas que compran son para ellas mismas?
Lo que Daniel Miller sustenta es que las decisiones de consumo son atravesadas por presiones y coacciones externas, muchas de las cuales ignoramos. Eso quiere decir que uno no consume para sí mismo, sino para los demás. Y esta teoría gana fuerza en un momento como el que vivimos, en que las redes sociales y los selfies amplían exponencialmente las posibilidades de exposición.
Esta es la información que las marcas de moda deben tener en cuenta cuando piensan sobre su posicionamiento en el mercado. ¡No deben de olvidar que están, ellas mismas, bajo las miradas de la sobreexposición y de las presiones colectivas!

La conectividad
La velocidad de información genera personas más críticas, que ya no aceptan fácilmente consumir cosas que estén explícitamente involucradas en asuntos turbios, como por ejemplo, el trabajo esclavo. Sin embargo, es justamente ese exceso de información que paradójicamente coloca en duda todas esas informaciones: ya no se sabe quién dice la verdad y quién no.
Las marcas de moda deben estar conscientes de que la internet todo lo puede. Así como construye, puede destruir en cuestión de segundos. Tal vez sea prudente pensar en marcas dinámicas, construidas bilateralmente y en constante comunicación y conectividad con el usuario por intermedio de canales transparentes y directos, evitando así perderse en medio al torbellino de memes, videos virales y fake news.

La moda como protagonista
La antropóloga inglesa Mary Douglas afirma que las decisiones de consumo son decisiones de vida. Pienso que tiene razón. El consumo funciona como efecto mariposa: lo que escojo consumir aquí acaba reverberando en todos los eslabones de la cadena. El consumo, en realidad, nos conecta, aunque no sepamos a quien.
La moda tiene una responsabilidad enorme en este momento de transformación cultural. Como trabajamos directamente con los bienes de consumo, debemos tener muy claras nuestras prioridades e intenciones y, sobretodo, los potenciales impactos que nuestras marcas de moda pueden tener en la sociedad.
