Lucía Andrea Vinatea Barberena
Diseñadora, antropóloga y empresaria de moda
La Industria 4.0 parece realmente haber llegado para revolucionar al mundo. Por intermedio de sus procesos limpios, veloces e innovadores, es posible hacer realidad básicamente todo aquello que uno se imagine.
Las empresas que ya adhirieron a la Industria 4.0 tienen una enorme ventaja cuando se trata de la percepción de valor de su producto, que se debe en gran parte a la tecnología.

En el área de moda, es posible producir prendas absolutamente personalizadas, por ejemplo por medio de la impresión tridimensional. Es decir, el cuerpo de uno ya no se tiene que adaptar a las tallas, sinó que las tallas se adaptan a uno.
La marca canadiense House of Anesi “imprime” sus brasieres a la medida de la cliente. Y me parece que cada vez (¡felizmente!) será más común usar la expresión “imprimir ropa”.
El corte láser, por otro lado, permite acabados absolutamente precisos. Imagínese una tela que jamás se deshile, con texturas espectaculares y absoluta precisión de patrón. Sin dudas, vários puntos positivos en la percepción de valor del producto.

Las telas inteligentes también tienen gran protagonismo cuando se trata de la percepción de valor del producto. Imagínese las camisas de un ejecutivo: A cada viaje de trabajo, se hace necesario plancharlas y eso lógicamente cuesta tiempo, trabajo y muchas veces dinero.
Pero imagínese ahora que por medio de la nanotecnología, las telas de las camisas siguen absolutamente iguales, excepto por el hecho que ya no se arrugan. ¡No es difícil adivinar cuál camisa el cliente preferirá!
En pocas palabras, la Industria 4.0 posibilita personalización, precisión y productos inteligentes, que lógicamente no pasan desapercibidos por el cliente. ¿Porque no adherir a esta nueva revolución?
